12 de agosto de 2012

Primera herida.


Un plan perfecto suponía ser. Primero conocerme, y yo estaba atada a mi propio mundo, no me interesaban mis alrededores, aún así me llegaste. Sentí tu increíble manera de pasar cada segundos a mi persona, me era totalmente inevitable querer abrazarte y sentir que lo hacia de por vida. 
En aquellas épocas, sin embargo no sabia que era lo que sentía, vos me brindabas todo y con ese todo no sabia yo que hacía.
Comencé a quererte, cuando me di cuenta que ya no me querías, todo tu amor eran agonías que no podía manejar, de un desliz a otro no habían formas de no necesitarte, quería que fueras alguien más como quien llego a mi ruta de vida y solo estabas al paso. No pude sentir que así era, engañaba mis memorias, ocultaba mis ganas de sentir, ya no quería seguir.   
Justo ahí, cuando me sentí cómplice de romper un plan perfecto. No importa lo que digas, todavía me es imposible creer que te alejaras. En ese momento en que no estabas, amarte era un echo más de mi vida cotidiana. 
Verte cada dos meses, saber que tus condiciones no eran iguales, partirme al saber que tu vida giraba totalmente al solo pasar un día, todo cambiaba pero no lo nuestro. Debí haberme dado cuenta en el fondo de tu mirada que la única en enamorarme sería yo. Pero ¿por qué romper un plan perfecto? .
A mi me bastaba con asumir, señales, bastaba con solo darte la mano y no sentir. No quería la primera herida, me era inútil saber que por ti era.
Asumiste que querías esperar, entregue mi alma en condiciones, sabia que lo nuestro podía llegar a la eternidad. Pasaron cuatro años y me dices:  -¡ya no la quiero! .

No hay comentarios:

Publicar un comentario